viernes, 6 de octubre de 2017

El café de los viernes: Del color de la leche

La semana pasada fallé a nuestra cita por dos razones importantes: falta de tiempo y falta de ganas. La verdad es que después de vivir el domingo pegada a Twitter siguiendo cómo se desarrollaban los acontecimientos en Cataluña, no tenía el cuerpo para muchas fiestas. A lo mejor te parece exagerado que esto pueda afectarme así pero no lo puedo evitar. Sin embargo, el martes la literatura volvió a reconciliarme con el mundo.

 Los que me seguís desde hace tiempo, especialmente si leéis mis recomendaciones literarias en Instagram, sabéis lo mucho que disfruté leyendo Del color de la leche. Aunque lo leí en enero de 2016, es una de esas lecturas que nunca me ha abandonado. Por la historia, por cómo está escrita, por la edición tan agradable de la editorial Sexto Piso, por la vigencia a día de hoy de lo que cuenta, es uno de esos libros que hay que leer sí o sí.
Cuando Esther, mi amiga librera, me comentó hace una temporada que Nell Leyshon iba a venir a Moito Conto, no fui muy consciente de lo que significaba. Cuando más tarde me fue diciendo los detalles supe que estaba tramando algo único. La idea de unir a Dores Tembrás y Nell resultó grandiosa.

"éste es mi libro y estoy escribiéndolo con mi propia mano" 


Conocí a Dores una de esas tardes perdidas en que mis pasos acaban en Moito Conto y allí, como si de parroquianos de una vieja taberna se tratara, coincidí con varios "amigos de librerías". Recuerdo perfectamente las presentaciones. Esther me dijo, ven que te presento a Dores Tembrás, la poeta. Encantada de conocerte, yo soy Lorena y no soy nadie importante. Es lo que me sale cuando me presentan a gente tan alucinante como una poeta en pleno siglo XXI. Dores es una especie de ninfa de la poesía que sólo con escucharla, te arregla el día.

El martes estaba marcado a boli en mi agenda desde hacía semanas. Nada podía impedirme estar allí, de hecho llegué con una hora de antelación. Tenía miedo de quedarme sin sitio porque imaginaba que serían muchos los que se acercarían a disfrutar de este lujo. La realidad, una vez más, superó todas las expectativas. Ver una librería llena, más de 100 personas, gente de pie porque no había sillas suficientes para todos...es una imagen que no se borrará de mi mente y que seguramente tardará en repetirse. La complicidad que se estableció entre Dores y Nell parecía propia de dos amigas de toda la vida, una etérea, la otra racional.

"y entonces cerré el libro.

y entonces fue cuando me di cuenta de que ya había terminado.

sabía leer y sabía escribir.

ya había terminado"


Empezó Nell regalándonos su lectura de algunas páginas de su libro. Su fuerza nos puso los pelos de punta. Continuaron con un intercambio de no preguntas y largas respuestas. Nell nos habló de su complicidad con el lector, de la fuerza del lenguaje sencillo (¡y qué fuerza tiene este lenguaje en su libro!), de la poesía cotidiana que nos convierte a todos en poetas. Nos habló de la arquitectura de su escritura, de su escultura de palabras, del blanco de los libros que es donde vivimos los lectores.

Profundizaron en el libro (¿ya os dije que teníais que leerlo?), en su sencillez, en Mary que nos demuestra que cada persona tiene su propia voz y el derecho a expresarse, en todas las Marys que nos rodean, en la vergüenza que siempre acaba siendo de las mujeres y en la esperanza y el poder que conlleva dejar escrito su testimonio.

"y ahora ya he terminado y no tengo nada más que contarte.

así que voy a terminar esta última frase y voy a secar mis palabras donde la tinta forma unos charcos al final de cada letra.

y entonces ya seré libre"


Además del regalo que supuso escuchar a estas dos mujeres, el día aún me reservaba un premio gordo. Encontrarme con una seguidora (que me olvidé de preguntarle el nombre...perdón, perdón, perdón) que se acercó a darme dos besos y a decirme que le encantaban mis cafés, charlar un ratito con Virginia de niños y literatura y de redes sociales y, finalmente, irme a cenar con un grupo de mujeres maravillosas (Esther y Eva, dos de mis libreras favoritas; Cristina y Maru, súper bibliotecarias del Ágora y Nell y Dores), acabaron de redondear un día 10.

Desgraciadamente, la reconciliación duró, como diría Sabina, "lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks" y mi ánimo está por los suelos estos días. Lo intento, hago lo que puedo peo la realidad siempre acaba conmigo a bofetadas. Pero hoy, gracias a Molinos, he leído este artículo de Lili Lee que creo que define perfectamente cómo me siento. Y de nuevo la lectura me ha curado un poco.

PD: todas las citas pertenecen al libro Del color de la leche.

6 comentarios:

  1. Un café estupendo as usual! Y yo también quisiera poner mi #banderatrapodecocina porque no entiendo cómo llegamos a estas situaciones.

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  2. Tengo en mi lista de pendientes el libro Del color de la leche, desde que lo recomendaste...y ahora creo que ya no voy a esperar más. Gracias por todos los libros nuevos que me descubres; me encanta y comparto tu amor por los libros.

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  3. Debió ser una tarde magnífica. La mía hoy también está gris así que me tiro a la cama con ualgo que leer. Un gusto este cafetín cibernético.

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  4. Hola Lorena! Fue un placer conocerte y compartir el encuentro con Nell Leyshon y sobre todo, volver a leerte en tus cafés!
    Perdona, yo tampoco me di cuenta de que no me había presentado... un besiño!

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  5. Lorena, una crónica estupenda para una jornada inolvidable. Fue un auténtico placer conocerte y charlar de libros, redes sociales e hij@s, como no ;) Muchísimas gracias por el enlace a mi libro Mundo abisal.

    Qué suerte poder contar con un blog como el tuyo! Hasta pronto :)

    Virginia Romera

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  6. Leí este post cuando te descubrí (hace porquito) y esta tarde he podido leer “Del color de la leche”, y me ha gustado mucho,solo pasaba a darte las gracias.

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